RESTAURANTES
15 de octubre de 2022

"EL TURCO DE LAS PAELLAS EN PUZOL"

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Este restaurante me lleva directamente a mi infancia. Y es que parte de mi familia paterna es de Puzol, un pueblo de Valencia. Cuando llegaba el verano pasábamos muchos fines de semana en la playa, en plan familia gitana con el tenderete montado, de 10:00h a 18:00h.  Además de que, para los que no teníamos pueblo y nos criábamos en camping (Camping Valencia) era la opción de playa más cercana a la ciudad.

Las playas eran todavía “salvajes”, no había paseo ni bungalós, ni nada, solo dos restaurantes, El turco” y “El Nazaret”, y las típicas casitas playeras del año de la polca.  Ambos restaurantes siempre a rebosar de gente. Recuerdo ser pequeña y salir a jugar cerca del espigón al acabar de comer, así éramos los niños de antes, podíamos jugar libres en la calle mientras nuestros padres hacían sobremesa en el restaurante de turno. Recuerdo también ir incluso en otoño cuando había menos gente y el mar mostraba su peor cara. Yo seguía jugando.

Déjame que te cuente cómo lo vivo yo

El caso es, que recuerdo a mi padre y a mis tíos yendo al restaurante “El turco” a por la paella para llevar, porque había fines de semana de tupper con tortilla y otros más espléndidos de paella en primera línea de playa. Todos comíamos alrededor de la paella, y entre gritos de “pásame la cerveza” o “cariño tú siéntate en la nevera que no hay sillas” se nos pasaba el día.

Han ido pasando los años, y con ello la familia ha ido sufriendo sus pérdidas y algunas costumbres han desaparecido, ya no acampamos en la playa por ejemplo. Pero yo no he dejado de ir. Vi cómo los nuevos tiempos llegaron a la playa de Puzol, se construyeron una cantidad elevada de casitas y bungalós, se “adecentó” la playa y hasta se incorporó al paisaje un paseo. Incluso, “El turco” se trasladó (unos 20 metros a la derecha) y lavó la cara del restaurante, dotándolo de mayor estilo y sofisticación. Eso sí, la calidad de la comida y de sus paellas nunca ha cambiado, si acaso diría que no ha hecho más que mejorar.

Siempre han sabido estar a la altura del mercado, con un ojo en la tendencia y otro en su propia identidad. E incluso ahora, un sitio que está más bien apartado del jaleo de la ciudad, a pie de playa, piensa también en las personas vegetarianas como yo y ofrece unos platos espectaculares. Ahí es donde se ve quién tiene pasión por lo que hace y quiere mostrarlo a todo tipo de público. Esa gente me gusta a mí, gente que asume riesgos y se adapta a las nuevas tendencias gastronómicas. 

Debo decir, que para mí siempre han sido de los mejores lugares donde ir a comer paella de toda Valencia, porque sí, a mi parecer el Saler y El Palmar están sobrevalorados (al menos en lo tiempos que corren). Me alegra saber que a mis amigos, que no son vegetarianos, también les fascina el lugar, porque el producto (recuerdo muy bien sus pescados y mariscos), el trato de los camareros, y de Enrique en especial, es de los de atención de la de antes, profesionales que ya cuesta encontrar en hostelería y rápidos incluso con el restaurante a rebosar.

Para haceros la boca agua os diré que sus rosas de alcachofa con aceite de trufa y miel están que quitan el sentido. La ensalada de burrata con berenjena asada y pistachos otra que tal baila. Y la paella de verduras (por encargo) es de las mejores de Valencia. Pero si no te apetece paella, tienen unos raviolis de verdura con pasta guantón y salsa de rebozuelos que no te van a decepcionar para nada. Y si ya nos ponemos valentones, todo esto regado con un Belondrade Quinta Apolonia de Castilla León (pues la bodega que tienen es de lo mejor, o al menos tienen todo lo que a mí más me gusta) hacen que salgas de allí más a gusto que un arbusto.

He querido mostraros también imágenes de platos que no son vegetarianos. Para que sepáis y veáis que un grupo de amigos con diferentes tendencias alimenticias puede reunirse en torno a una mesa y disfrutar de platos de calidad por ambas partes.

Pues a mi parecer, aún queda camino hasta que restaurantes de un nivel como este vayan incorporando más platos en carta que estén a la altura los unos de los otros. Pero sobre todo, el hecho de que podamos salir a comer un buen producto sin que se entre en conflicto (ese típico: “me sabe mal que no tengas opciones”) con el resto del grupo, para mí es muy importante. Porque, a parte de que haya días en los que ellos se adapten, como buenos amigos que son, ¿Por qué no puede haber días en los que salir con ellos no me suponga a mí acabar comiendo una ensalada de lechuga con una parrillada de verduras? Eso es lo que me da este restaurante. Me garantiza que todos saldremos contentos habiendo compartido un buen rato.

 

No sé si por herencia, pero ahora que nos vamos haciendo mayores me sorprendo a mí misma haciendo largas sobremesas con mi gente, cuando ya no queda nadie, en ese lugar tan especial. Un buen surtido de postres caseros, que son una maravilla y amigos con los que conversar horas entre chupitos de mistela. 

 

“El turco” siempre ha sido y será casa a la que regresar”. Gracias Enrique y equipazo por hacerlo posible.

Y bueno, espero que hasta aquí toda esta información os sirva de ayuda y si por supuesto, tenéis alguna sugerencia en la línea no dejéis de compartir, pues ¿Hay algo más bonito que descubrir nuevos lugares?

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